Cuando debía ser desterrado de todo sentimiento humano, la sangre salió por cada uno de sus poros. El sudor frío completaba el proceso de deshumanización dejándolo como parte de todo y el liquido en su cuerpo no era más que el aire de su aliento. Desapareciendo lentamente de todo recuerdo como disuelto en las aguas negras del alma y el pensamiento, padeciendo del olvido y sufriendo con el suave calor de la muerte bajo su piel. Ahí estaba muriendo en un negro y eterno abismo.